Cuento: El gato Ernesto

cuento: el gato ernesto...

 

    …….Ani   y Jose vivían en un pueblecito a pocos kilómetros de la ciudad; en un ático de obra nueva, que habían alquilado hacía ya unos cuatro años.  Estaban muy contentos desde que comenzaron a vivir en su nuevo hogar, también Paco lo estaba.  Paco es un perrito de raza pequeña, muy simpático , aunque algo gruñón con algún humano que no haya visto antes, o con el que aún no haya intercambiado unos ladridos él , y palabras el otro…

  Además Paco había encontrado una gran amiga en el vecindario; su nombre es Lu. Ambos se parecen tanto, que podrían confundirse. Los dos blanquitos, de pelo suave, de tamaño perfecto para poder ser cogidos en brazos si es necesario..

La dueña de Lu,Rosa,  es vecina de unos pisos más abajo, de unos sesenta y cinco años de edad, con una gran experiencia como actriz que le ha hecho recorrer distintos países a lo largo de su vida, tanto así, que ahora prefería disfrutar de sus momentos en casa, con Lu , con su familia.

 Inevitablemente , al ser tan parecidos Paco y Lu, esto provocó que ambos estiraran de sus respectivas correas cuando paseaban por el hermoso parque quehabía bajo sus casas para ir corriendo a saludarse de más cerca.  Y  como no, también lo hacían Ani o Jose con Rosa. Y poco a  poco todos fueron comenzando una bonita amistad.

Llegó el invierno, y Ani y Jose se ofrecían a dar el último paseo del día a Lu , a la vez que lo hacía Paco, y así Rosa no tendría que salir con tanto frío.

Cada día, sobre las nueve de la noche, Ani y Jose bajaban a recoger a Lu, y daban los cuatro un buen paseo por el parque.

Una mañana salía a pasear Ani con Pepe, y entonces vió  una pequeña colita de gato moviéndose debajo de un coche. Ella se asomó, y el pequeño gatito corrió a esconderse detrás de la rueda del siguiente coche aparcado. Paco, que estaba entretenido esquivando el agua de los aspersores del parque que llegaba hasta la acera, alertado por el interés que mostraba Ani agachada junto al coche, fue corriendo a colocarse a su lado, más bien detrás de ella, pues no sabía que se podía encontrar.

  Paco y el gatito parecían asomar sus cabecitas a la vez, con los ojos bien abiertos, hasta que se veían , y volvían a sus respectivos escondites.  Así varias veces hasta que Paco comenzó a mover su colita y el pequeño gatito conseguía mantener la mirada con los ojos más abiertos que nunca y con ganas de jugar.

 Entonces se escuchó una voz por las alturas, que hizo incorporarse a Ani de repente, y darse un coscorrón con el espejo retrovisor del coche.

-<<Disculpa>>

-<<No, tranquila, no es nada>> -sonreía Ani, frotándose la cabeza…

La voz provenía de una vecina de la misma calle, que descubrió al pequeño gatito la noche anterior debajo del mismo coche que estaba en este momento.

-<<Anoche intenté cogerlo , pero no pude. Así que le dejé un poquito de agua en un cuenco y algo de pan. Creo que se lo ha comido todo. Hoy le he comprado esta pequeña lata de comida para gatos. A ver si le gusta. Me encantaría poder cogerlo , ya que hace  mucho frío aquí fuera, pero no se deja. Yo tengo un perro también, se llama Dogo, y no habría ningún problema . Es un perro que todo lo que tiene de grande lo tiene de bueno>>

A Ani le sonó haber visto a Dogo y lo recordaba como muy grande, como diez o quince Pacos juntos. Entonces pensó que quizás por eso el gatito se asustó y no quiso irse con esta señora tan amable. También sintió que el gatito estuviera pasando frío, y no entendía como un ser tan pequeñito y vulnerable podía escurrirse tan fácil de unas manos amigas que le estaban ofreciendo comida y calor.

  Esa mañana el gatito volvió a comérselo todo, y volvió a escurrirse de aquella vecina.   Iba paseándose por debajo de los coches, a veces se quedaba de alguno un gran rato, buscando cobijo, y en cuanto oía que podía llegar el posible dueño , corría debajo de otro. Si salía un  poco el sol , elegía una moto que había aparcada en la acera, cuya dueña sabía de las visitas del pequeño, porque lo observaba desde su balcón , o porque éste dejaba las huellas de sus pequeñas patitas grises y blancas sobre el sillín.

 Esa noche cuando llegaron Ani y Jose de trabajar, Ani no tardó en contarle a su marido lo que le había pasado por la mañana.

-<<¡corre, vamos a recoger a Lu y vamos a bajar!>> le decía ansiosa a Jose.

Jose, a pesar de ser un hombre muy tranquilo, se vió contagiado por la efusividad de Ani, y se apresuró a preparar a Paco para bajar. Recogieron a Lu sin que a penas Rosa pudiera soltar palabra , y lo primero que hicieron al llegar abajo es recorrer con la mirada todos los bajos de los coches aparcados frente al edificio.

 -<<esta mañana estaba aquí>> decía Ani señalando al coche que justo tenían enfrente.

Ambos se agacharon , y sí , ahí continuaba. Se ve que le habían dejado comida durante el día pues aun tenía unos pequeños cuencos de plástico vacíos junto a la rueda del coche…

Lu y Paco se miraban entre sí, y miraban al gatito. Paco ya más atrevido salía un poco más de los pies de Ani, quizás por mostrar su valentía ante Lu, que tenía los ojos abiertos como platos detrás de los pies de Jose.

Jose intentó hacer que se acercara el gatito hacia él llamándolo con voz dulce, pero no hacía caso.  Esa misma noche también ellos le bajaron un poco de comida.

   A la mañana siguiente volvió aquella vecina simpática a querer coger al gatito, esta vez preparada con una gran cesta  con puerta y  comida en su interior…pero él, listo, iba debajo de coche en coche y no se dejó.

 Cada noche Jose y Ani pasaban un rato junto al coche bajo el cual se encontraba el gatito, lo llamaban, le llevaban comida y agua. Poco a poco el gatito se acercaba a ellos y se dejaba acariciar. Incluso iba detrás de ellos cuando paseaban con Lu y Paco si no había gente, pero nunca se dejaba coger. 

Jose y Ani tenían pena de que  pasara el frío invierno a la intemperie, tan pequeño , pero se contentaban con verlo cada día , sabiendo que estaba bien. Al fin y al cabo se está criando libre, y nunca le falta comida..ni tampoco su sesión de caricias , mimos y juegos cada día.  El pequeño aprovechaba si hacía buen día, para tumbarse en el césped y recibir ese calor del sol. Cada vez tenía menos miedo a la gente que paseaba por el parque con sus perros, aunque solo consentía acercarse a Jose y Ani.

 Fue pasando el invierno, y el gatito había ido creciendo; era un gato precioso gris y blanco. Pero un día el gatito enfermó. Cuando Ani y Jose bajaron como cada noche , se extrañaron, porque sus maullidos eran distintos y su forma de acercarse a ellos más lenta y como si todo su cuerpecito le pesara.

   A la pareja se les partía el corazón , lo acariciaron, y cuando fueron a cogerlo en los brazos, éste volvió a no dejarse y se escondió de nuevo debajo del coche. Esa noche ni Ani ni Jose pudieron dormir pensando que aquella criatura estaba enfermando. Así que de madrugada ambos decidieron volver a bajar, y no marcharse hasta que el gatito lo hiciera con ellos.  Pero esta vez a penas les costó, y en cuanto los vió el pequeño parecía sonreir y fue hacia las manos de Jose que estaban abiertas de par en par esperándolo.

    Ese mismo día lo llevaron al veterinario,  lo bañaron , le dieron todos los cuidados necesarios.  Y hoy ese gatito llamado Ernesto está feliz en su nuevo hogar.

Ani y Jose demostraron que con constancia se puede conseguir lo que a veces nos parece imposible,  sobretodo  y antetodo, si es el amor lo que te mueve.

 

 

 

 

 

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